miércoles, 11 de noviembre de 2009

CRÓNICA DE UN ENCUENTRO.



Homenaje a Abraham


Hoy queremos traer hasta vosotros un poquito más de Abraham Méndez Ramos a través de la persona que mejor le ha conocido, Maribel Francés.
Maribel nos ha abierto las puertas de su casa, nos ha obsequiado a pasear por entre la diversidad de obras hechas con las manos de Abraham, dibujos en su estudio, figuras de ladrillo recubiertas en arena colorida alrededor del jardín, su propia cruz destacando sobre la vida esperando paciente a su momento, radiografías transformadas en hermosos cuadros como mariposas “radiografías de su enfermedad”.
Maribel nos ha guiado por su taller, incluso nos ha mostrado otro rincón aun más intimo y personal, un hermoso escritorio con sus herramientas de labor, temperas, lápices y hojas en blanco que se nos ofrecen para que las continuemos.

Abraham es como nuestro pequeño Leonardo Da Vinci; polifacético, artista, inventor, mecenas, autor, coleccionista, amigo de sus amigos, hombre accesible con flases ingeniosos en los momentos más inesperados, sin buscarlos, como apariciones sistemáticas involuntarias que se revelan limpias caídas a sus pies.

Aunque de todas las facetas y anécdotas cabe destacar su valentía, aun hasta en sus últimos momentos quiso dejar las cosas preparadas, empacadas y en orden hacia los demás y el mismo, tres meses antes de su pérdida dejo escrita su carta póstuma, y es que hay que leerla para creerlo.

Unos tres meses antes de abandonarnos le pregunto a su médico ¿dime, cuanto tiempo me queda? porque ando justo de eso, de tiempo; porque quiero acabar mi último libro.


Convocó a sus seres más queridos y les solicito que le instalasen un ordenador y una impresora en la habitación del hospital y a diario daba instrucciones a su familia de las cosas por hacer.

Mantuvo este ritmo de trabajo hasta acabar su última obra, nos dejo veinte horas después.
Hermanó a Roda de Barà con Medinaceli “población de Soria con restos de la antigua ciudad romana” como insignia y estandarte “El Arco del triunfo” en sendas localidades, nosotros hemos tenido la suerte de admirar el arco de Bará forjado por sus propias manos en su jardín.
Incansable mensajero, llego a batir el récord güines de cartas a la sección al director, como anécdota citaremos que el director de un periódico de gran tirada un día hizo hincapié con el siguiente comentario “es que hoy Abraham no ha escrito”.


Ayudo a familias necesitadas ofreciéndoles empleo y en lo personal, incluso a riesgo de ser castigado por la justicia por dar la cara en ciertos asuntos en los que todos pensamos pero que no nos atrevemos a decir. Legó sus propias colecciones como un obsequio hacia nosotros, el museo del escritor, entre la que podemos encontrar su colección de corbatas firmadas y donadas por personas tan ilustres como Rafael Alberti. Promovió personalmente iniciativas como el bosque de los libros, certámenes literarios que han adquirido dimensiones extensas como las cartas manuscritas, apoyó a otros autores para que vieran la luz.


Abraham ha sido un visionario, un soñador que ha logrado cumplir gran parte de las inquietudes que a todos nos acompañan y como a semillas arqueadas las ha transformado en realidades como poemas y relatos para repartirse en todos nosotros.


                                            
A Maribel Francés, a quien hemos tenido el privilegio de conocer, a quien queremos agradecer su amabilidad, su disposición, su entereza, el tiempo que nos ha concedido como un deseo cumplido para nosotros, y por supuesto todo lo mejor.

A Abraham Méndez Ramos.

Un domingo perdido cruzado en agosto me ha tocado con sus dedos a media tarde algunos sentimientos, algunos pensamientos que a veces me han preguntado por una vida a medida, centrifuga, diversa, troquelada de inquietudes que amadas por igual han abordado y socavado con diferencia por entre las artes disciplinadas, tercas autodidactas, sin reglas, abstractas, húmedas, escurridizas, sin cánones, derramadas rasas y curvas, húmedas secas con arcos con flechas dispuestas a irrumpir, a defender a mazazos a juzgar opiniones libres descontaminadas de academias vendimiadas en dogmas secretos de unos clanes anclados perpetuos sentados en muchos, en demasiados hombres dignos envueltos de algodón, engañados mentidos. Lideres capaces que amasan en su voz al resto, a los que se quedan.

Y a los que no entran los busco, les quito la fuerza, les asalto el coraje, arroyo sus conocimientos, su fe, con arrojo y devoción les despacho sobre mi nombre hacia el glaciar hasta quedar exhaustos por tanto lastre tragado de otros escuchado, rescatando tragedias, suicidios, dramas como estrellas apagadas, extendiendo siempre en la madrugada salvoconductos de gusto como hombres de bien, con lo necesario incluido; un cacho de sí mismos, como niños llevados al circo mudaban sus cuerpos a cada caja sacada del saco.

 Ilusiones Verdi naranjas, tomates como calabazas, helados premiados a sabor risa, consejos asusta miedos, fantásticos guepardos de Angola mansos por voluntad para proteger con su presencia, mandolinas con cuerdas con magnolias también para tu olfato, requesones que resuenan como melodías en tu paladar. Muñecas de trapo con el nombre de tus hijas calcado a sus ropas rellenas con todo el cabello atrás quedado, como ellas mismas como un espejo.

Pasaportes con magia que a cada frontera cambia y te inscribe como amigo en los registros “ahora has nacido en Alemania” hasta que las cruces, hasta Polonia. Mantones que son caserones invisibles sobre la noche en la que solo caben familias como las vuestras. Zapatones desgastados a los ojos, forrados de plumas donadas para tus pies, que te andan aun tu quieto de pie dormido te acercan al lugar en el que este día quedaras fuera de peligro.

 -- Yo para mí también quiero las cajas de dentro del saco sucio y roto
Soltado a las puertas del cementerio.

A treinta brazas sobre la lapida que da acceso al refugio debajo de mi nombre sobre un glaciar lúgubre apartado abierto a los escogidos, y entre ellos Abraham Méndez Ramos; a donde a todos los mezclo, los agito, los invito a compartir el don de cada uno para aprender y enseñar tantas cualidades como hombres hay, porque se les necesita a cientos por entre los seis mil millones que aquí habitamos, porque ellos mediaran en las disputas con sentido del honor. Justos y honestos nada prometerán con palabras huecas vacías que nosotros no seamos capaces de cumplir hacia nosotros mismos; porque nada quiero para mí si mis manos no han estado presentes.

Azules les devuelvo a sus cuerpos, los ordeno. Azules turquesa ahora les veo, con misivas saltan, se pierden desde la parte de atrás del mundo, se meten adentro, en la parte más extensa, más amplios, fecundos. Y te pasan, atravesados te cruzan entero y el alma obliga tu forma inmóvil; te gira, les miras, les entiendes, les sigues, te quedas.

                                                
  A Abraham, a quien no me importaría seguir los pasos en solo una porción de lo que nos ha dejado.  


PLATAFORMA DE AUTORES NOVELES

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¡Un Homenaje a la Poesía!