Solo serán sugerencias personales en mensajes de cristal.
A través de mi propia experiencia personal advierto que la envidia y la competitividad de un solo uso está a la orden del día después de explorar el objetivo prioritario que siempre se nos vende sobre este maquillaje de la competitividad constante entre los seres humanos como una aureola enriquecedora para intentar convencernos de que llegar a ser siempre los primeros en todo sobre este mundo tan globalizado es como ascender al cenit. Si, este es el alimento que nosotros mismos nos servimos a la mesa que nos sustenta como la única reflexión que adivino en la última comida sobre la misma cena.
También he aprendido a valorar y a calibrar a los diferentes tipos de seres humanos en los que nos hemos convertido, y la verdad es que me asusta tener que formar parte de alguno de los dos grupos que imperan y condicionan nuestra insignificante existencia, pero si hay algo que no deseo es ser un depredador, pero tampoco anhelo ser depredado.
He intentado por activa y por pasiva cambiar mis hábitos y aconsejar a otros de los riesgos que entraña hospedar sobre nuestras opiniones y nuestra forma de ser este tipo de razonamientos tan contrarios.
No es posible converger al mismo tiempo en el día y en la noche sin entender que esta pragmática metáfora en tan voluble como la mayor de las quimeras.
En cierta ocasión así me pensé.
Ahora bien ¿y quién soy yo para dar consejos e imponer nada? de ahí que piense y sonsaque la única idea posible como un razonamiento lógico obtenido después de haber reflexionado para ir a llegar a poder responderme desde mi mismo --opino que no soy nadie; ni tampoco tengo el derecho de hacerlo.
En ciertos instantes así nos podríamos pensar.
Ahora bien ¿y quiénes somos nosotros para dar consejos e imponer nada? de ahí que pensemos y sonsaquemos la única idea posible como el razonamiento más lógico que se podría obtener después de reflexionar y ser capaces de admitir y de aceptar con honestidad la más cruda y sincera realidad que nos envuelve --opinamos que no somos nadie; ni tampoco tenemos el derecho de hacerlo.
Demasiado esfuerzo, demasiado tiempo perdido, es que uno llega a un instante en el que se encuentra derrotado frente a una sociedad que no escucha y como consecuencia no se avanza.
Tal vez mi forma de pensar racional no le interese a nadie, o tal vez solo a unos pocos, pero desde estas palabras aquí y ahora admito mi fracaso y más aun mi gran torpeza al no haber sabido transmitir un poquito de paz y algo de sosiego en los demás corazones.
Pero mi lealtad aun sigue intacta hacia esos seres que anhelo y que de a poco a poco voy descubriendo con gran esfuerzo como gota a gota, y es tan fácil comulgar con su doctrina, es tan sencilla. No, ellos tampoco desean ser depredados.
Por consiguiente como yo no soy nadie, ni tampoco tengo el derecho a imponer nada, es desde hoy que decido enviaros solo mensajes como sugerencias personales en mensajes de cristal, vosotros habréis de decidir si merece la pena el esfuerzo de vuestro tiempo, e incluso si pueden ayudar en algo o a alguien.
Lo siento tanto, me quedo tan apenado por los simpáticos depredadores cuando creyeron haberme hundido y me pensaron tan desesperado como para no ser capaz de volver hasta mi insignificante y torpe palabra.
Dedicado a los depredadores más encarnizados.
No os lo creáis, no es suficiente con que amarréis mis blogs en los puertos del olvido y no les concedáis los necesarios permisos para que puedan navegar por los libres océanos de internet, o que me sesguéis de la madre de Facebook, o de Google, o de las redes sociales, o que me secuestréis de ciertas casas que yo mismo funde con mis propias manos en la web. No, no os creía tan ilusos.
Tanto me habéis decepcionado.
A quienes se han quedado y a los próximos que han de llegar.
Aun me quedan todos los amigos que no se han marchado. No, ellos no se traicionan. No, ellos no se dejan carcomer por la envidia ni por los miedos. No, no hay nada que podáis hacer contra las mujeres y los hombres de libre pensamiento.
Tanto os hacéis indispensables.
Un autor novel.
Iñaki Rd.
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