En un 12 de enero de un nuevo año vuelvo a comenzar y prosigo.
Hoy un duendecito me ha dejado a la puerta de mi nuevo hogar todo el sabor de su presencia, ausencia de un cuerpo, invitación invisible que nos persigue en el tiempo.
Proseguimos empacando un afecto perdurable ahora trasladado a otro plano encontrado sobre el equilibrio de un silencio invencible y necesario.
Rafael de Iñaki.
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