ISAAC FERNÁNDEZ DE LA VILLA.
“El roce crea cariño”, se dice, y comprobamos esto al relacionarnos con los demás, pero no sentimos lo mismo por un amigo que por otro; nuestras relaciones se presentan en una escala de sentimientos basados en “amor”.
Podemos llamar calor a la temperatura capaz de freír un huevo, y a la vez tener diferentes grados que también consideramos calor; como los más de 40º C a la sombra de un verano en Sevilla… Y llegando a ciertos grados hacia abajo, podremos sentir frío mientras otras personas aún sentirán calor ante la misma temperatura, pero en definitiva todo está dentro de la escala denominada “Temperatura”, y nuestras percepciones tanto de frío como de calor y sus intermedias, estarían todas en la cosa llamada temperatura. De igual forma “amor” podemos considerarlo como el nombre de una escala de sentimientos, y en ella podemos estremecer de felicidad con sus grados más altos, u odiar de la forma más cruel en sus grados más bajos. Sucede que nuestro lenguaje se quedó limitado para expresar infinidad de conceptos, y así llevamos la palabra “amor” hacia la consideración de lo placentero, del beneplácito, y en el proceso no sólo la separamos del odio, sino que la derivamos en ramificaciones hacia infinidad de aberraciones: Si consideramos “amor” a un sentimiento elevado en la escala del “amar”, es imposible que con tal sentimiento una persona mate a otra que “ama” porque por ejemplo se fue con otra, ni que se pretenda atar a nosotros para no dejarlos ir de nuestro lado aunque sea infeliz con nosotros; estas cosas son obsesiones posesivas. El “amor” no es posesión, es más bien DEJAR IR, llegado el momento, y lo hacemos porque queremos que la otra persona sea feliz, independientemente de qué deseemos nosotros, pero, ¿quiénes son capaces de concebir que su pareja se vaya de su lado porque encontró a otra persona que lo hace más feliz que nosotros?... ¿Realmente amamos para querer su felicidad por encima de la nuestra?... Porque una madre o un padre que ama elevadamente a su hijo lo dejará ir por verlo feliz aunque sufran por ello.
“Del amor al odio solo hay un paso”, se suele decir, y es así porque ambas cosas están dentro de la misma escala del “amor”, salvo que en diferentes grados de manifestación.
En cuanto a aquello de amar al prójimo, cada cual tendrá sus consideraciones, pero si creemos que dios mora en nosotros, o que somos un alma en evolución, o una chispa divina encarnada en un cuerpo físico, los demás, independientemente de sus creencias o personalidades son nuestros hermanos, entonces ¿por qué hay religiones que sólo tratan de hermanos a los que pertenecen a ellas?...
Ciertamente en muchos de nosotros parece que tal parte divina se fue lejos y como si estuviese en constantes vacaciones, para sólo dejar actuar a la parte animal del hombre que busca la autosatisfacción a cualquier precio: Siendo este precio normalmente la tendencia involutiva y hacia la destrucción de la humanidad por dejadez en hacernos responsables tanto de nuestras propias vidas, como de nuestro avance espiritual (al preferir no hacer nada para dejar todo en manos de un lejano dios que no vemos y hace tiempo dejamos de sentir), como de nuestro mundo físico, donde siendo constantes creadores de él, lo dejamos en manos de unos pocos, que tampoco vemos (porque no son las marionetas en las que se han convertido los políticos quienes lo manejan), pero sí sentimos su opresión constante ejercida por aquellos que permitimos dirijan nuestros países, y que a muchos de ellos, algún día se les llamará por su nombre: Vendepátrias.
Que no os sigan engañando: Aquello que se llama Estado del Bien Estar en el cual se basa la actual política que se globaliza basada en el poder del dinero y el control social, no considera el Estado del BIEN SER… Y EN ESTE MUNDO ESTAMOS PARA SER Y ESTAR. No sólo para ESTAR llenos de entretenimiento y cosas materiales, mientras dejamos de SER amados y SER amantes (sin significar sexo) de todos nuestros hermanos, como ha sido la forma en que nos han venido programando durante siglos.
A continuación comparto con ustedes en primicia algunos extractos de un libro que llevo tiempo trabajando y aún no me he decidido a publicar, donde se trata algunas atribuciones que le hicimos a nuestras relaciones para considerarlas basadas en “amor”, cuando lo que realmente solemos hacer es usar esta excusa para camuflar bajo ella nuestros muchos egoísmos personales, o nuestra falta de valor para actuar como realmente queremos hacerlo, ya sea por miedo al qué dirán o porque preferimos acostumbrarnos a vivir infelices en constantes sacrificios realmente innecesarios, que ejercer el esfuerzo que requiere liberarnos de nuestras cadenas emocionales y programas mentales propios de la cultura y la mala educación.
“Querido Ciudadano. No te importe perder conocidos pues siempre aparecen otros. Ellos vienen y van según nos necesiten o nosotros los necesitemos. No te preocupes que se rompan relaciones de años pues, ¿no se rompen los matrimonios que se prometieron amor eterno?... ¿Cuanto más frágiles son esas relaciones que poco más se dicen hola y adiós?... O esas que se mantienen por intereses materiales, o las consideradas políticamente correctas estructuradas por la falsedad de la apariencia.“
“Querido Ciudadano. Con la familia terrenal se puede tener lazos más fuertes pero sucede lo mismo a la hora de las separaciones. ¿Por qué sufrir la obligación a compadecer en aburridos encuentros familiares a los que ya no deseamos ir?... ¿Por qué tenemos que seguir tradiciones que ya no compartimos?... ¿Por qué invitar a quien sabemos aguará nuestra celebración?...
“Desde pequeños hemos sido sometidos al chantaje emocional. Esta es la forma en que la sociedad reprime nuestras capacidades individuales de decisión, y por eso te recomiendo no caer en extorsiones paternas fabricadas en la falsedad, porque hay padres y madres que consideran que sus hijos les deben algo sólo porque lo trajeron al mundo. Si sientes alguna deuda con ellos, que sea por lo bueno que lograste en la vida gracias al apoyo que te brindaron. Y ten en cuenta, que aunque de jóvenes apreciamos muchas cosas que hicieron como negativas, al madurar comprendemos que algunas tuvieron su utilidad, y muchas también, aunque saliesen de nuestra comprensión. Pero que no te chantajeen con aquello de que te trajeron al mundo; pregúntales cuándo te consultaron si quisiste venir a él: Ellos te tuvieron porque querían un bebé, por sus propios deseos, sin contar con los tuyos, así que en ese aspecto no hay espacio para la deuda; tuvieron lo que quisieron, y un ser que madura no pertenece a nada ni a nadie.”
Podemos llamar calor a la temperatura capaz de freír un huevo, y a la vez tener diferentes grados que también consideramos calor; como los más de 40º C a la sombra de un verano en Sevilla… Y llegando a ciertos grados hacia abajo, podremos sentir frío mientras otras personas aún sentirán calor ante la misma temperatura, pero en definitiva todo está dentro de la escala denominada “Temperatura”, y nuestras percepciones tanto de frío como de calor y sus intermedias, estarían todas en la cosa llamada temperatura. De igual forma “amor” podemos considerarlo como el nombre de una escala de sentimientos, y en ella podemos estremecer de felicidad con sus grados más altos, u odiar de la forma más cruel en sus grados más bajos. Sucede que nuestro lenguaje se quedó limitado para expresar infinidad de conceptos, y así llevamos la palabra “amor” hacia la consideración de lo placentero, del beneplácito, y en el proceso no sólo la separamos del odio, sino que la derivamos en ramificaciones hacia infinidad de aberraciones: Si consideramos “amor” a un sentimiento elevado en la escala del “amar”, es imposible que con tal sentimiento una persona mate a otra que “ama” porque por ejemplo se fue con otra, ni que se pretenda atar a nosotros para no dejarlos ir de nuestro lado aunque sea infeliz con nosotros; estas cosas son obsesiones posesivas. El “amor” no es posesión, es más bien DEJAR IR, llegado el momento, y lo hacemos porque queremos que la otra persona sea feliz, independientemente de qué deseemos nosotros, pero, ¿quiénes son capaces de concebir que su pareja se vaya de su lado porque encontró a otra persona que lo hace más feliz que nosotros?... ¿Realmente amamos para querer su felicidad por encima de la nuestra?... Porque una madre o un padre que ama elevadamente a su hijo lo dejará ir por verlo feliz aunque sufran por ello.
“Del amor al odio solo hay un paso”, se suele decir, y es así porque ambas cosas están dentro de la misma escala del “amor”, salvo que en diferentes grados de manifestación.
En cuanto a aquello de amar al prójimo, cada cual tendrá sus consideraciones, pero si creemos que dios mora en nosotros, o que somos un alma en evolución, o una chispa divina encarnada en un cuerpo físico, los demás, independientemente de sus creencias o personalidades son nuestros hermanos, entonces ¿por qué hay religiones que sólo tratan de hermanos a los que pertenecen a ellas?...
Ciertamente en muchos de nosotros parece que tal parte divina se fue lejos y como si estuviese en constantes vacaciones, para sólo dejar actuar a la parte animal del hombre que busca la autosatisfacción a cualquier precio: Siendo este precio normalmente la tendencia involutiva y hacia la destrucción de la humanidad por dejadez en hacernos responsables tanto de nuestras propias vidas, como de nuestro avance espiritual (al preferir no hacer nada para dejar todo en manos de un lejano dios que no vemos y hace tiempo dejamos de sentir), como de nuestro mundo físico, donde siendo constantes creadores de él, lo dejamos en manos de unos pocos, que tampoco vemos (porque no son las marionetas en las que se han convertido los políticos quienes lo manejan), pero sí sentimos su opresión constante ejercida por aquellos que permitimos dirijan nuestros países, y que a muchos de ellos, algún día se les llamará por su nombre: Vendepátrias.
Que no os sigan engañando: Aquello que se llama Estado del Bien Estar en el cual se basa la actual política que se globaliza basada en el poder del dinero y el control social, no considera el Estado del BIEN SER… Y EN ESTE MUNDO ESTAMOS PARA SER Y ESTAR. No sólo para ESTAR llenos de entretenimiento y cosas materiales, mientras dejamos de SER amados y SER amantes (sin significar sexo) de todos nuestros hermanos, como ha sido la forma en que nos han venido programando durante siglos.
A continuación comparto con ustedes en primicia algunos extractos de un libro que llevo tiempo trabajando y aún no me he decidido a publicar, donde se trata algunas atribuciones que le hicimos a nuestras relaciones para considerarlas basadas en “amor”, cuando lo que realmente solemos hacer es usar esta excusa para camuflar bajo ella nuestros muchos egoísmos personales, o nuestra falta de valor para actuar como realmente queremos hacerlo, ya sea por miedo al qué dirán o porque preferimos acostumbrarnos a vivir infelices en constantes sacrificios realmente innecesarios, que ejercer el esfuerzo que requiere liberarnos de nuestras cadenas emocionales y programas mentales propios de la cultura y la mala educación.
“Querido Ciudadano. No te importe perder conocidos pues siempre aparecen otros. Ellos vienen y van según nos necesiten o nosotros los necesitemos. No te preocupes que se rompan relaciones de años pues, ¿no se rompen los matrimonios que se prometieron amor eterno?... ¿Cuanto más frágiles son esas relaciones que poco más se dicen hola y adiós?... O esas que se mantienen por intereses materiales, o las consideradas políticamente correctas estructuradas por la falsedad de la apariencia.“
“Querido Ciudadano. Con la familia terrenal se puede tener lazos más fuertes pero sucede lo mismo a la hora de las separaciones. ¿Por qué sufrir la obligación a compadecer en aburridos encuentros familiares a los que ya no deseamos ir?... ¿Por qué tenemos que seguir tradiciones que ya no compartimos?... ¿Por qué invitar a quien sabemos aguará nuestra celebración?...
“Desde pequeños hemos sido sometidos al chantaje emocional. Esta es la forma en que la sociedad reprime nuestras capacidades individuales de decisión, y por eso te recomiendo no caer en extorsiones paternas fabricadas en la falsedad, porque hay padres y madres que consideran que sus hijos les deben algo sólo porque lo trajeron al mundo. Si sientes alguna deuda con ellos, que sea por lo bueno que lograste en la vida gracias al apoyo que te brindaron. Y ten en cuenta, que aunque de jóvenes apreciamos muchas cosas que hicieron como negativas, al madurar comprendemos que algunas tuvieron su utilidad, y muchas también, aunque saliesen de nuestra comprensión. Pero que no te chantajeen con aquello de que te trajeron al mundo; pregúntales cuándo te consultaron si quisiste venir a él: Ellos te tuvieron porque querían un bebé, por sus propios deseos, sin contar con los tuyos, así que en ese aspecto no hay espacio para la deuda; tuvieron lo que quisieron, y un ser que madura no pertenece a nada ni a nadie.”
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